junio 25, 2008

La despedida

En el escaparate mismo, a cada lado de esta abstraída mirada de su rostro reflejado, las mismas fotografías retocadas, de novias extravagantemente floríferas; pero esta vez había algo más que antes no había advertido y hacia lo cual apuntaba ahora el Consul, murmurando: - !Qué extraño!- a la vez que se aproximaba para ver más de cerca: una amplificación fotográfica mostraba la desintegración de un depósito glacial de una gran roca, hendida por el fuego de los bosques de la Sierra Madre. Esta fotografía, curiosa y curiosamente triste -a la cual el carácter de los demás objetos expuestos prestaba irónica mordacidad adicional-, colgada atrás, por encima del volante de la prensa que estaba girando, se llamaba: 'La despedida'.

...Yvonne respiraba más libremente ahora que dejaban atrás el centro de la ciudad. La despedida, pensó. Después de que la humedad y los desperdicios concluyeran su labor, las dos mitades separadas de aquella roca reventada se desmoronarían. Era inevitable; así lo decia la foto... ¿Sería así en efecto? ¿Acaso no existía algún medio para salvar a esa pobre roca, de cuya inmutabilidad nadie, poco antes, se hubiera atrevido a dudar? ¡Ah! ¿quién hubiera osado imaginarla sino como una sola roca íntegra? Pero aún admitiendo que se hubiese separado, ¿no habría manera -antes de que se produjese la desintegración total- de salvar cuando menos las mitades separadas? nola había. La violencia del fuego había resquebrajado la roca hasta dividirla, incitaba a la destrucción independiente de cada mitad, anulando la fuerza que pudo haberlas mantenido como unidades: ¡Oh! pero ¿por qué -merced a qué fantástica taumaturgia geológica- no habrían de soldarse una vez más las partes? Yvonne ansiaba sanar la roca hendida. Era ella misma una de las rocas y anhelaba salvar a la otra, par que ambas pudiesen salvarse. Con un esfuerzo superior a us energía se obligaba a acercársele, vertía sus ruegos, sus lágrimas apasionadas, otorgaba todo su perdón: pero la roca permanecía inmutable. -Todo eso está muy bien -decía- pero ocurre que es culpa tuya; en cuanto a mí, me propongo desintegrarme cuando mejor me plazca.


Bajo el volcán
Malcom Lowry

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