abril 05, 2007

Sabiduría

Este es un cuento que escribí hace como 2 años para una calse de literatura, en mi opinión, con la mejor maestra de literatura que existe en este universo. Rosalba siempre impulsó a los estudiantes a escribir, y muchos de ellos descubrieron escritores ocultos, que creo que es una labor más que excelente hacer que emergan talentos escondidos.

La dinámica del cuento era así: Estábamos viendo la literatura prehispánica, así que debíamos ir al Museo de Antropología e Historia y empaparnos de las diferentes culturas. Afuera de cada sala hay unas frases de varios escritos de cada cultura. El chiste era de que con esas frases armáramos un cuento. Más bien, que en el cuento que creáramos, incluyeramos esas frases. No fue tan fácil, pero de que se puede, se puede.


Este cuento en lo particular me encantó, es uno de mis textos favoritos, más porque en un principio no sabía ni qué iba a decir, y como Gigi (el de Momo), empecé a contar sin saber dónde iba a terminar. Fluyó y fluyó y cuando desperté de ese trance me ví muy satisfecha con los resultados. Bueno ya, ahí les va:




Esta es la historia de un hombre al que le fue revelado el secreto de la existencia.

Un día vagaba un muchacho de 20 años por el campo buscando algo para comer, caminó mucho, mucho, y tan entretenido iba en su labor, que no se dió cuenta cuándo fue que perdió el camino de regreso a la aldea, se le hizo de noche, y él estaba solo en la selva, cuando de pronto, se le apareció un jaguar. La mirada del animal fue tan penetrante y prolongada que el joven no pensó un segundo siquiera en atacarlo. El jaguar, por su parte, después de mirarlo tan profundamente se volteó y empezó a caminar. El muchacho, sin saber por qué, comenzó a seguirlo entre la espesura de la jungla, sin pensar en nada, como en trance. Por fin llegaron a una cueva muy oculta entre árboles y ramas. El jaguar se metió, y el muchacho fue tras él. Entonces el jaguar le habló:" Te he traído aquí para contarte una historia, la historia que todos han estado buscando por mucho tiempo, la historia de cómo es que urgieron ustedes los hombres". El joven se quedó anonadado por lo que estaba viendo, y durante el relato se preguntó muchas veces si estaba soñando. El jaguar comenzó:

"Cuando aún era de noche, cuando aún no había luz, se reunían, se convocaron a los dioses alla en Teotihuacan". Eran trece dioses, ya existíamos nosotros los animales, pero todos se pusieron de acuerdo para que existiera una criatura capaz de sentir y de preguntarse las cosas con el corazón. Entonces predicaron: "¡Qué aclare! ¡Qué amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza hasta que exista la criatura humana, el hombre formado". Y poco a poco nosotros los animlaes fuimos testigos de cómo se fueron formando sus brazos, para cargar la leña y para construir sus viviendas, para cargar también con la responsabilidad que les iba a ser encomendada por su condición de hombres; sus piernas, para caminar por el campo buscando su sobrevivencia, pero también para andar por la vida siempre hacia adelante. Les dieron la cabeza, para que tuvieran el razonamiento suficiente para resolver los problemas que se les presentaran, pero también para pensar en los demás, respetar y ayudar a sus semejantes. Por último les dieron el corazón, lo más importante, para hacer funcionar todo su cuerpo, pero también para que sintieran la fuerza de la naturaleza en sus corazones, para que a través de él se pudieran comunicar con ellos, con los dioses".


Entonces aparecieron un hombre y una mujer. Los dioses les hablaron al corqazón para que no olvidaran aquellas palabras, les dijeron: "Ten cuidado con las cosas de la tierra. Haz algo, corta leña, labra la tierra, planta nopales, planta magueyes. Tendrás qué beber, qué comer, qué vestir. Con eso estarás en pie, serás verdadero, con eso andarás. Con eso se hablará de tí, se te alabará, con eso te darás a conocer".


"Así que ahora irás a tu pueblo y les contarás lo que te he dicho, palabra por palabra, y les dirás tu misión. Corre, que encontrarás el camino".El joven, aún sorprendido, le dijo al jaguar: "Muchas gracias por la sabiduría que me has transmitido, solo te ruego que nos guíes por el buen camino y no nos dejes cegar por nuestra inteligencia, no dejes que la razón destruya al instinto". Pero el jaguar no volvió a hablar, solo se le quedó viendo y se evaporó.El muchacho, ahora un anciano sabio, les cuenta la historia a todos su nietos diciéndoles: "Aquí tenochas aprenderéis cómo empezó la renombrada, la gran ciudad México-Tenochtitlan. En medio del agua, en el tular, en el cañaveral, donde vivimos, donde nacimos, nosotros los tenochas".

© Reservados todos los derechos. Si utilizas el texto, cita la fuente.

No hay comentarios.: